jueves, 26 de enero de 2012

La pérdida (fragmento)

[...] Y sedienta la pluma,
sedienta en la soledad del alma humana,
soledad del deseo de la no culpa
culpa por matar al arte,
arte de matar la culpa.

La culpa es un virus puntiagudo que nos carcome,
termitas en un tablón de madera del descubrimiento,
hogueras en un bosque seco en el que nace un verde brote en una gota de nieve,
una cruz en la espalda del cristianismo,
pesadilla eterna del alma.[...]

[...]Y la recordé,
la recordé como un huérfano recuerda su madre,
como un pirata el tesoro perdido,
como un niño el último dulce que le dio su abuelo.[...]

[...]Allí estaba, igual que aquel día,
vestida, desnuda y en seda.
Su piel candente, rozaba la suavidad perfecta;
sus senos, cual Venus de Milo,
se me mostraban vestidos en las negras hiedras de su pelo;
sus curvas, maja de Goya desnuda,
son la perdición del joven Romeo olvidado de Julieta;
ver sus negros azabaches llorar
marchitaba las flores;
su sonrisa, de perlas de cristal de bohemia,
era el faro de los navegantes de la incertidumbre;
y su voz, su voz, que cuando amenazaba con cantar al hombre,
era la sinfonía que organiza el universo. [...]

Desde huelva, provincia de Aroche

Fragmento de La pérdida (VII premio de poesía Patricia Muñoz Cabello)